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Foto del escritorPepe Bigotes, un conejo en Villa Crespo

PEPE BIGOTES, CONEJO A PILAS…

Cuando a mi primo Herberto le salió la posibilidad de representar a toda nuestra especie (somos conejos nosotros, aclaro por si hay alguno muuuuy distraído en la tribuna) en aquella propaganda de pilas de una reconocida marca -que no voy a mencionar porque hay un juicio de por medio- yo lo agarré y le dije, Herberto, vos si querés que te elijan, antes de ir al casting tomate unos cafés, tres, o cuatro, o cinco, bien negros, en jarrito pero sin leche, y eso ya te da una buena base de energía, y cuando entrás, entrá haciendo un pique corto, pero para atrás, que eso siempre deslumbra; y el Herberto me hizo caso y ahora, años después, es el conejo más famoso de la familia después de Tarantini, que es un tío mío que se dedicó al deporte (al fútbol, aclaro por si hay alguno que vive adentro de un tubo de Redoxón).

Así que cuando mi otro primo, el Alberto, años después, me vino a decir que se iba a probar para una propaganda de pilas, yo le dije no, primo, esa ya la hizo el Herberto, no le vas a serruchar el piso, pero parece que ahora era otra empresa la que andaba en busca de conejos; todas las marcas de pilas andaban con el sueño del conejo propio, así que antes de que se lo llevara un lepus cualquiera, yo lo agarré al Alberto y le repetí el mismo conejo (un conejo es un consejo que te da un conejo, aclaro, porque no sé qué saben ustedes, y qué no, de cultura general): le dije, Alberto, la gente que vende pilas te quiere ver pilas, así que tomate unos seis o siete cafés, y entrás al casting tocando un bombo.

Así que el Alberto fue, hizo lo suyo, y resulta que también lo eligieron, y así fue que tuvimos a dos conejos en la industria energética, que se peleaban en las reuniones familiares. Y uno de los ejes de esta pelea la verdad que me resultó bastante beneficioso, porque fue un duelo de regalos hacia el conejo que les había dado el yeite del éxito a los dos: mua (“mua” quiere decir “yo” en francés, claro para los que no son políglotas, que quiere decir alguien que habla muchas lenguas).

Entonces el Herberto me mandaba un moño, el Alberto me regalaba una corbata; el Herberto, un libro, el Alberto, una enciclopedia; el Herberto, un monopatín, el Alberto una Harley Davidson, que lamentablemente tuve que donar a un jardín de infantes tras llevarme puesto un camión de caudales, y encima me quisieron acusar de robo. Robo, a mua.

Pero bueno, al fin me acostumbré a que llegado junio-julio, el Herberto y el Alberto me mandaban regalos. Hasta que un año, se dio un duelo de cafés. El Herberto me regaló una maquinita de esas con cápsulas que tienen nombres de fantasía como “Liguetto”, “Chuño”, “Volare”, qué sé yo. Y el Alberto se despachó con un kilo de Kopi Luwak, también conocido como “café de civeta”.

¿Y qué tiene de especial este café, como para tener dos nombres, uno de ellos en lenguaje de Star Wars?


Pues resulta que son granos de café que son previamente digeridos por un gato. Así es, damas y caballeres: es café comido y devuelto al mundo por el otro extremo de un felino. Y dicen que es una delicatessen.

No sé. Tenía que venir a compartirlo con ustedes, pues he quedado lo que se dice atónito. La obsesión de la humanidad con las heces ajenas ha llegado a niveles intolerables. Entre que juntan la del perro en bolsita, y se hacen un café con la del gato*, yo no sé a dónde irán a parar como especie.

*acá me aclaran que la civeta no es 100% un gato. Parece que es medio como un mapache. No sé. Yo lo huelo y para mí que tiene como olor a gato. El café, digo. La civeta no sé a qué olerá. A estafa.

Y hablando de estafas, pido disculpas si algune creyó que venía de humor político la cosa -entre el Alberto y que aparece un gato- pero nada que ver. Quería hablarles del café, y del tema de las marcas de pilas y los conejos. Para distraerlos un poco. Quizás hago mal, a lo mejor no hay que distraerse, capaz que hay que prestar muchísima atención.

Pero bueno, yo mientras tanto voy a ver qué hago con mis propias heces. Bombones, supongo. En fin.

Felicidades…

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