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  • Pablo E. Bronstein

LOS SECRETOS DE LA HUANCAÍNA


En la esquina de Frías y Drago hay un minimercado como los chinos pero no, porque este lo atiende una familia peruana y entonces tiene otra lógica de funcionamiento y de diseño. Este minimercado ha sido en los últimos diez días, un lugar donde el mínimo de socialización cara a cara posible en época de Covid-19 tiene lugar unos minutos cada dos o tres días. Todavía no entiendo si mi propia experiencia de reclusión en casa es un privilegio de clase porque la verdad es que nunca tuve un mango. Como sea, estoy en mi casa, trabajo lo que puedo desde acá (y lo que no puedo no lo cobro), y calculo que la búsqueda de financiaciones será una solución, como suele serlo para cualquier sujeto deudor, que es el sujeto que construye el capitalismo. Yo soy uno más. Por eso, el tiempo que no tengo que trabajar (aunque siempre haya algo para hacer, porque el otro sujeto que construye el capitalismo es el sujeto cansado) lo dedico a leer, mirar películas, cocinar y comer (y a hablar mucho por teléfono y hacer videollamadas).

Hoy, 31 de marzo de 2020, me levanté con muchas ganas de comer papas a la huancaína, y me dispuse a planificar la producción de estas papas con la deliciosa crema peruana. Nunca las hice, así que busqué varias recetas y, como suele suceder, habían muchas versiones, algunas con cebolla (que no me gusta, sí, ya sé, no puede ser, pero no me gusta), otras con ajo, otras con ingredientes un poco más sofisticados para nuestra cultura culinaria como la leche evaporada (que en realidad no averigüé bien qué es pero suena a que no la tenemos y menos en época donde los proveedores no están entregando los alimentos, así que pensé en usar leche común) o galletas de soda (que en realidad son nuestras galletitas de agua, eso sí lo busqué). Y con el ají también había complicaciones porque se trata del ají mirasol que es chiquito y no picante, y aunque nunca lo había escuchado, recuerdo haber visto en Dulce (así se llama el minimercado de Frías y Drago) unos pimientitos en una bandejita de telgopor, así que me fui a comprar las cosas para poner en marcha mi receta y todo resultó mejor de lo que esperaba. Cuando entré al minimercado, ahí los vi en la misma bandejita que mi recuerdo había recuperado, pero confirmé con la cajera que esos no eran ajíes mirasol sino unos picantes, los mal reputados putaparió, y le pregunté, sin pelos en la lengua, si tenía los ansiados mirasoles chiquitos, amarillos y brillantes. El ají mirasol es el ingrediente más importante para las papas a la huancaína, secreto que me ofreció youtube, pero aún me esperarían algunos más. Al rato quien creo que es su marido, aparece del fondo con una bolsita con cinco morroncitos mirasol y se los entrega a su compañera, la cajera. Me vendió tres y me dijo que los otros dos se los guardaba para ella y entonces entendí que también iba a cocinar sus propias papas a la huancaína. Me atreví tímidamente a contarle mi plan y entonces pasó algo mágico, eso que pasa cuando alguien te ofrenda algo: la receta con sus propios secretitos, esos secretitos que se han fortalecido con la costumbre del hacer y el agudizamiento de la experiencia de comer algo rico, del incomparable y místico encuentro de la cuchara con todo el ser. Nos hablábamos de cerca, en la intimidad, porque pasar un secreto es un secreto. En época de corona virus los secretos valen oro, son un rinconcito inofensivo donde podemos transgredir, aunque sea un poco, las normas de funcionamiento de nuestras cuerpas, en resguardo de un encuentro siempre singular, en resguardo de la potencia de un encuentro.

Las papas me salieron muy ricas (aunque creo que le puse muchas galletitas de agua y leche porque me había zarpado con la sal y tuve que agregar más volumen). Guardé una porción para mi amiga. Hoy es el último día de este mes que se ha llevado a un ser querido (no por coronavirus), y estoy seguro de que a Andrea le hubiese encantado escribir sobre el amor en los tiempos de aislamiento y hubiera escrito algo tan amable y humano como lo que anda necesitando este mundo últimamente.

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