Recibí de mis padres la mejor receta para combatir el frío: ser peludito. Eso y un mate amargo combaten cualquier baja de temperaturas. Otra opción: autoinmolarse. O perseguir el verano eterno cual golondrina con cuentas off shore. Brrrr. Se me congelan las patitas.
Pero lo mejor del invierno está por venir (y eso que todavía estamos otoñales), y cuando digo lo mejor del invierno me refiero por supuesto... a los guisos. Como el barrio ha sabido abrir sus brazos para recibir a gentes de todas las nacionalidades, así la olla se hace grande para incluir lo que sea que caiga en ella. Ella, la olla, es así, un abrazo calentito siempre disponible.
Comer nos une, a veces al punto de comernos los unos a los otros. Capitalismo salvaje, le dicen. O la ley de la jungla. Lo cierto es que el frío y el hambre son los enemigos naturales de la vida, y el guiso es la respuesta a ambos problemas. El guiso que ablanda las carnes y perfuma los hogares.
Y al final esto es así, un elogio del guiso, nada más. Pero porque en el guiso está la memoria, la sabiduría de otras tierras, de otros viajes, de tantos otros inviernos. El guiso al final es el que nos dice: no os preocupéis por el frío —porque habla medio así, en neutro, el guiso— aunque vengan tiempos de frío, nunca se pierde del todo el calor. A calentar las ollas, entonces, mis queridos, a llenar de aroma el barrio. No olvidemos que inviernos hubo siempre, y los pasamos de alguna forma.
¿Qué sería de la Europa sin la papa de las Américas? ¿Y qué sería de las Américas sin sus inmigrantes europeos? OK, mal ejemplo. Las Américas sin sus inmigrantes europeos quizás serían un paraíso impoluto de bellas, jóvenes y no oprimidas civilizaciones originarias en paz y armonía con la Tierra. Pero Europa sin la papa sí que sería una cosa impensable, la papa del guiso, del vodka, la papa del puré, en fin, la papa en todas sus formas. La papa que se cultiva bajo la nieve. Tanto aprecia la Europa a la papa que hasta le dio su nombre a su más sumo pontífice...
En fin. La batata está buena también, no se olviden. ¿Qué onda la papa y la batata? ¿Son parientes? ¿Son una historia de familias divididas? ¡A la Whiskypedia©! (Quince horas más tarde) Bueno, no sé. Parece que son raíces. Ni idea. Lo importante es que ninguna falte en el guiso de nadie. Ese es mi deseo para este frío que se nos viene.
¡Argentinos, a las ollas!
Y salud...