Cuando pensamos en huertas urbanas se nos suele aparecer la imagen de una porción de tierra o cajones de madera para sembrar alimentos al costado de una vía de tren, en una plaza o en una terraza. Y en realidad son mucho más que eso (y no es que eso sea poco). Las huertas urbanas pueden ser la oportunidad de que lo público le gane a lo privado, lo colectivo a lo individual, la posibilidad de recomponer el vínculo entre naturaleza y ciudad. Son espacios de resistencia: a lo efímero, a la impaciencia, al ritmo vertiginoso de la ciudad, a lo descartable. Espacios de creación, de encuentro, de conexión con los tiempos, procesos y abundancia de la naturaleza y la sostenibilidad de la vida. Espacios de soberanía alimentaria, donde comunitariamente podemos aprender, decidir y actuar sobre nuestras prácticas de producción y consumo de alimentos, para hacerlo conforme a lo que consensuemos mejor. Para producir sin sustancias tóxicas y regenerando suelos.
Para armar esta nota nos pusimos a investigar sobre experiencias de este tipo en la Ciudad de Buenos Aires, y nos encontramos, por ejemplo, con La Huerta de la Cuadra , que vio la luz en 2014 en La Paternal cuando Patricia Bordenave sacó su huerta a la vereda y sin saberlo fue semilla de muchas otras iniciativas. “Yo hice una huerta, nunca pensé que iba a pasar esto”, nos dice. Tiempo después nació la Asocisación Civil Llanten y hoy en día en su barrio hay un sendero de huertas en veredas. En otoño y primavera organizan jornadas de cambio de ciclo donde lxs vecinxs se acercan para actualizar los bancales y cambiar la tierra. Cada unx que llega encuentra su actividad para participar. La huerta también dio lugar a una juegoteca, que en tiempos de pandemia se convirtió en la placita del barrio. “La producción de alimentos es la excusa para fortalecer el tejido social. Lo principal que esto genera es un tejido, semillas de barrio, de comunidad, de saludarnos aunque no nos conozcamos. La vereda se vuelve espacio de encuentro”.
Más joven, con sólo algunos meses de vida, el equipo de Paternal Cultura también gestiona una huerta en la terraza de la Biblioteca Popular Becciú. Presentaron la idea en una convocatoria de proyectos, pero en el camino entendieron que no era necesario esperar a sus resultados para comenzar. Es así que desde noviembre funciona la huerta. “Ningunx de nosotrxs tenía conocimientos previos en el tema, pero una vez que abrís la puerta empiezan a pasar a cosas: aparecen semillas, se acercan personas con diversos conocimientos. La huerta es la excusa para el encuentro”, nos cuenta Milagros Chiara, una de sus creadoras, trayendo nuevamente la idea del encuentro. Pronto harán una jornada abierta convocando a quienes quieran sumarse a poner manos en la tierra. Además, en la biblioteca funcionan otras actividades, como un nodo de bolsones de verduras agroecológicas.
¿Y en Villa Crespo? En la búsqueda que hicimos no encontramos experiencias activas (si se nos escapó alguna, ¡por favor, compartinos el dato!), pero sí muchas ganas e interés en el tema. Esto motiva el proyecto para crear un registro de huertas en la comuna, permitiendo que se destinen espacios públicos para su desarrollo, que reciban asesoramiento y que puedan sostenerse. “Asegurarles a las huertas el derecho a existir”, resume Leonardo Lucchese, miembro de la junta comunal que impulsa el proyecto. Sucede que, aunque en diciembre pasado la Legislatura Porteña sancionó una ley que debería garantizar su promoción, es común que sean levantadas ignorando el entusiasmo, trabajo y esfuerzo puesto por vecinxs para crearlas y mantenerlas.
Hace algunos meses en AVC nos preguntamos a qué ciudad queríamos volver. Esta pandemia nos convoca a pensar qué ciudad queremos y qué usos priorizamos para los espacios públicos. Salir mejores, entre otras cosas, podría significar trabajar para que cada vez sean más los espacios verdes de nuestra ciudad. Disputar los usos de los terrenos públicos, para que el desarrollo inmobiliario y la renta económica dejen de ser los principales criterios que definen qué destino tendrán. Y para que en su lugar se conviertan cada vez más en parques, calles habilitadas para el juego, bicisendas y huertas comunitarias.
Algunos links huerteros:
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