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  • Foto del escritorJavier Sinay

LA CAJA DE LETRAS


Hay un triángulo de tierra en Villa Crespo que evoca al hombre que organizó los inicios de la inmigración judía a la Argentina. Me refiero a la plazoleta Barón Hirsch, situada entre Warnes, Padilla y Julián Álvarez. Allá no encontrarás mucho más que un poco de verde, una caja blanca que es en realidad un #puntoplato (donde podés dejar comida para la gente sin techo) y, en su fecha, la feria Brilla Crespo. Pero ¿quién fue el Barón Hirsch (en realidad, “de Hirsch”) y por qué la ciudad lo evoca? Si les preguntáramos a los colonos llegados del Imperio Ruso desde 1891 en adelante —luego conocidos como “gauchos judíos”—, nos dirían que fue un hombre santificado. En términos más terrenales, fue un filántropo que impulsó el éxodo de miles de judíos rusos hacia América y que fundó la Jewish Colonization Association (JCA) para cumplir tal odisea.


Pero el Barón murió muy pronto, en 1896, y la JCA quedó en manos de un board de funcionarios sin rostro y sin empatía con los emigrados. Por eso en 1897 hubo una rebelión de colonos en Moisés Ville (una de las colonias de la JCA): pedían, entre otras cosas, condiciones más flexibles para pagar la tierra que habitaban, y eran dirigidos por un rabino indomable, Mordejai Reuben Hacohen Sinay. Sí, Sinay, como yo; era mi tatarabuelo. En un par de semanas la rebelión fue derrotada con el apoyo de la policía santafesina y —como conté en mi libro Los crímenes de Moisés Ville— el rabino y su familia escaparon de la colonia y se dispersaron.


Uno de sus hijos, Mijl, de 20 años, llegó a Buenos Aires en febrero de 1898. No era nada fácil conseguir trabajo y cada vez se sentía más pobre; y entonces decidió hacer algo que sacudiría los cimientos del barrio judío (no, en esos tiempos no era Villa Crespo, sino la zona entre las calles Libertad, Talcahuano, Lavalle y Corrientes): decidió hacer un diario. Porque soñaba con lanzar su propio periódico desde que era un niño que vivía en Grodno (hoy en Belarús) y porque pensó que sería una buena forma de ganar unos pesos ya que los judíos de Buenos Aires no tenían ninguna prensa local. Leían la que llegaba con varios meses de retraso a la tienda de Gedalia Shizler, un comerciante que vendía tzitzit, tefilim y otras cosas para la liturgia; y también Di Yiddishe Gazetten, de Nueva York; e Yiddisher Express y Brils Telegraph, de Bruselas. El periódico de Hacohen Sinay se llamó Der Viderkol, apareció el 8 de marzo de 1898 y fue un suceso. En buena parte, era prensa de denuncia: contaba todo lo que estaba ocurriendo en Moisés Ville y quizás se lamentaba por la muerte del Barón de Hirsch (digo “quizás” porque el único ejemplar que se conservó pareciera haberse perdido luego del atentado a la AMIA y el caos que vino a continuación; yo nunca lo vi).

Sabemos muchas cosas de Mijl Hacohen Sinay y de su periódico gracias a otro periodista, uno que vino algunos años después: Pinie Katz. Escribió en 1929 un libro cautivante, titulado en ídish Tsu der geshijte fun der idisher dyurnalistik in Argentine (su título en español: Apuntes para la historia del periodismo judío en la Argentina). El libro fue publicado en Buenos Aires y desde la primera hasta la última página estaba en ídish, la lengua —un poco alemana, un poco hebrea, un poco rusa— de los judíos de Europa del Este. Aborda el período 1898-1914, en el que una generación de pioneros (Mijl Hacohen Sinay y compañía) comenzó a crear prensa en ídish.

Y digo que es cautivante porque Katz muestra iniciativas heroicas y aventuras vocacionales, pero también competencias despiadadas y miserias personales en torno al periodismo, un oficio en permanente desarrollo. El escenario es una Buenos Aires en ebullición y una época en la que conviven sionistas, anarquistas, socialistas y colonos. Esos periodistas fueron quijotes inquietos, alguno que otro hasta fue famoso dentro de la comunidad judía (Katz definitivamente lo fue), pero hoy están casi completamente olvidados: sus diarios fueron fugaces y precarios. Sin embargo, y esto también hay que decirlo, esos periódicos sentaron las bases para la gran producción de prensa y literatura ídish que continuó hasta la década de 1970 y que contó la vida judeoargentina, que es una parte de la vida argentina.


Por suerte, hoy los quijotes inquietos han regresado. Ahora tenemos en español el libro de Pinie Katz. Título: «La caja de letras: Hallazgo y recuperación de ‘Apuntes para la historia del periodismo judío en la Argentina’, de Pinie Katz». Lo hemos traducido, lo hemos rescatado. A su original agregamos un prólogo y 278 notas al pie para dar contexto y reponer algo de lo que se ha olvidado a lo largo de casi 100 años. Y junto con este libro, hoy volvemos a conocer a aquellos periodistas valientes, aventureros, caóticos y tercos. Héroes y villanos a los que Pinie Katz redime una vez más de la bruma y del olvido.


*Javier Sinay es periodista y escritor. En Twitter es @sinaysinay


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