En Australia hay un súper con horario exclusivo +60. El chat del edificio se puso verdaderamente colectivo, como cuando nos quedamos sin agua. En la normalidad, hay individualismo, peleas y gilada. Ante el drama, corazón. Cata me pidió salir un rato; tuve que decirle que no. Cata me preguntó si podemos invitar a una amiga; tuve que decirle que no. Cata me preguntó si el virus loco se va a ir antes de su cumpleaños; tuve que decirle que no. ¿Cuándo se va a ir? ¿Se va a ir? Leí menos que nunca. El bondi es mi biblioteca. Alcohol al 70%, maternidad al 100, como al principio del puerperio, pero más, porque en ese momento, salías a dar la vuelta al perro, literal, envolvías a la beba en muchas ropas, la ponías en el huevo dentro del cochecito y enganchabas la correa al mango. El aire fresco en la cara te ayudaba a liberar las dudas. La calle te daba la certeza de tus pasos firmes y de un futuro, con eso andabas. Siempre fui una esperanzada, pero en estos días el eje se corre; me distraigo y aparece un posteo de la BBC en el que un gran grupo de jóvenes estadounidenses hacen una fiesta en la playa y dicen que el virus no los va a detener, que si les toca, les toca.
Foto: @vicky_mc