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Foto del escritorAVC AMO VILLA CRESPO

LA RUTA DEL APERITIVO

BEBER VILLA CRESPO

Por Martín Auzmendi

Beber se pueden beber muchas cosas pero beber aperitivos tiene un tiempo, un espacio y un ritual. Uno que se puede recordar, imaginar y reinventar. Beber al mediodía en la vereda, de madrugada en la barra, a la tarde en un deli que mira a New York o al atardecer en una fonda que mira al corazón porteño. Los barrios guardan las historias de los bares y habitués, cantinas y visitantes, códigos y cofradías. En Villa Crespo se puede recorrer un arco diverso que nos lleve de un amargo en Angelito a un burbujeante vermut con soda y mini picada en Almacén Purista, de las tapas de la Esperanza de los Ascurra a los cócteles de autor de 878, del patio perfumado de Malvón al fondo reo del Café San Bernardo, el Garibaldi de La culpa no es del chancho al Negroni colombiano de ILatina. Un camino de descubrimiento, una búsqueda de tragos, un encuentro con el barrio.

II

Salgado iluminó una esquina con una propuesta simple: pastas caseras a precios amigables y en ambiente de fonda. Esteban, creador del lugar, tiene muchos años de gastronomía y sabe los secretos del trabajo y la importancia de beber un aperitivo refrescante antes

de empezar una cena. Hay que dejarse llevar por las recomendaciones de pastas rellenas amasadas a mano. Ese conocimiento no es distinto del que parece estar tallado en el clima de Angelito, El Trébol o Villa Malcolm.

Se bebe un aperitivo para arrancar, para decir “esto empieza acá y no importa mucho hasta donde va a seguir”. En los tragos que se toman al fondo de la cantina, sentado en la vereda al sol, en el filo de la medianoche, el barrio parece contraerse en un instante, en cada sorbo, una instantánea fugaz y efímera.

III Los bares tradicionales, los nuevos clásicos, los que tienen la pátina del tiempo. Esos contrastan con el brillo de lugares como Malvón, Crespín o La Esperanza de los Ascurra, pero lo que parece ser diferente está unido por guiños en común: el Campari con naranja, el vermut al atardecer, el pan compartido, la mesa de amigos o la cita de a dos. Las bebidas tienen historia pero esa historia está tallada por todos los bebedores, es una historia que no está escrita y que vive en los barrios, no es los escenarios de los bares de moda. La tradición se descubre, se investiga y se piensa para ver qué de ella es presente. La casona de Malvón se ilumina de noche con “picoteos” y cócteles como el Aperol Spritz, gran previa para los platos que prepara el nuevo chef italiano Giampaolo Romani.

En ILatina los hermanos Macias crearon cócteles para recibir a sus visitantes de todo el mundo y crearon un Negroni con aguardiente colombiana macerada con cardamomo, una versión de un clásico italiano atravesado por oriente y latinoamérica, por su propia experiencia de viajes.

IV La noche se puede recorrer entre Casa Brandon, donde entre servir Campari con naranja o con tónica mezclaron ambos y le agregaron limón, desacatando cualquier fórmula previa. 878 cumplió 10 años como un faro inevitable en el barrio. Julián, creador del lugar junto a su mujer Florencia, son amantes de los aperitivos y llevaron esa pasión a su bar, que une el ritual popular con la sofisticación de la coctelería de autor en su carta de Hora Vermouth. El 8 abrió las puertas de Villa Crespo a mucha gente, con el gesto fundacional de instalarse “más allá de Avenida Córdoba”, de evitar anunciarse en un cartel, de abrir la puerta a todos aunque se vea siempre cerrada. Con 10 años de vida y millones de cócteles servidos para 878 siempre parece haber más futuro por venir.

V Cuando uno ya se tomó un Negroni en 878, el Matienzo abre aún más sus puertas y recibe con tragos con Cynar en jarra, arte, música y fiestas. Ambiente de club, de salón de fiestas, de centro social, de barrio y de Villa Crespo. Al Matienzo se va a que la noche no pase desapercibida. Otros en busca de concretar esa unión entre bebida y música elegirán Club V o la linda esquina de Cabo Polonio, café bar de habitués del barrio donde no faltará un Cinzano y amigos con quien compartirlo. En una dinámica de lugares con historia, aperturas y proyectos Villa Crespo se bebe y se vive día a día, noche a noche. Siempre con lugares donde encontrarse, donde sentarse a dibujar un nuevo mapa que muestre el diseño de un barrio que siempre está a descubrir.

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