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  • Foto del escritorAVC AMO VILLA CRESPO

VELLUTATO. EL OLÍMPICO

José Luis Vellutato acaba de llegar de entrenar como todos lo días. Las endorfinas al cien por ciento. Esta semana ya corrió alrededor de 300km, y para él es “como tomarse un café”. Tano, Tanito, El Olímpico, José Luis, no importa con qué nombre, todos en el barrio lo conocen. Vecino de VC desde siempre, ciclista super activo y campeón en más de 300 competencias, es además quien prepara las bicicletas de la selección nacional. Estuvo ahí en 2008 cuando Juan Curuchet y Walter Pérez se llevaron el oro Olímpico en Beijing.

Su bicicletería El Olímpico, en Luis Viale 278, cuenta su vida, sus recorridos, triunfos, amigos y VC es escenario de muchas historias. “Mi barrio es mi barrio. Conozco a casi todo el mundo, y no me sacás de Corrientes y Canning, es parte de mi vida.”

Campeón, amigo entrañable, laburante incansable, padre y abuelo, amante de la música, Vellu es también un gran bailarín de rock ‘n roll ¡y pudimos comprobarlo personalmente! Su música favorita para marcar el ritmo es la de Johnny Rivers. Afirma ser un beatlemaníaco y también escucha Gilda, Creedence, blues, algo de tango y mucho de Pappo. “A Pappo lo conocí en los 70, recién empezaba. Yo ya bailaba rock n’ roll y los amigos de Pappo empezaron a hacer bailes. Una vez en Banco Nación hizo hacer una ronda desde el palco para que yo bailara con mi compañera. En el año 70, bailando en Atlanta, ganó un concurso. “Había una flaquita que me miraba. ¿Sabés bailar rock? le pregunté. Sí, me dijo. Hoy es mi esposa”.

Mientras charlamos se va formando una fila de clientes pero Vellu puede con todo. Mientras repara las bicis nos alcanza una carpeta repleta de fotos que registran sus comienzos y victorias. “La primera carrera que corrí la gané”. Sin duda nació para campeón. Su receta es simple y no falla: pone pasión en todo lo que hace, y claro, mucho trabajo, porque nada llega fácil. Laburó siempre y desde muy chico para conseguir lo que quería. Empezó cerca de los 9 años en una gomería en la esquina de Gurruchaga y Aguirre. Entre la escuela y el trabajo hacía lo imposible por no dejar de pedalear. Cuando VC no tenía calles asfaltadas corría Honorio Pueyrredón de punta a punta y entrenaba en el viejo KDT. Compitió en los circuitos barriales -Corrientes, Malabia, Murillo, Thames- y salió campeón en el ‘68. “Cuando empecé con el ciclismo tenía menos que nada y los ciclistas capos de aquella época me ayudaron mucho. Mi lema fue siempre “Oír, mirar y callar, y preguntar lo que no entendía”.

“Te voy a mostrar algo que quiero muchísimo”, dice buscando una foto suya con su hermano. “Mirá mi cara de angelito ¡Esa bicicleta para mí era una ferrari! pero era una bici normal. Me la hizo el bicicletero del barrio, que estaba en Villarroel y Juan B. Justo. Me la dejó pagar con las propinas que hacía en la gomería, yo no tenía para comprar nada. La ropa, prestada, me quedaba tan grande que me la tenía que anudar. Y hoy puedo estar contento de que puedo entrenar todos los días con ropa distinta”, dice orgulloso.

Su rutina es estricta. Después de un desayuno bien sano parte a la ruta. Cuando termina de entrenar abre la bicicletería y sigue hasta la noche con los trabajos pendientes. Suele almorzar pastas o uno de esos sandwiches de la panadería La Princesa, que le encantan.”Cuando no puedo entrenar, el movimiento acá ya es una preparación física. Ahí atrás tengo unas pesas, entonces trabajo un poco, voy a las pesas, vuelvo al trabajo”, dice, medio en serio medio en broma y ahí mismo levanta unas mancuernas inmensas y nos muestra que nunca se queda quieto. Su otra rutina de ejercicios es un “hágalo usted mismo” digna de youtube: con unas cámaras de bici que tiene encadenadas a la pared Vellu trabaja triceps, biceps, pecho, dorsales, espalda y piernas. ¡GE-NIAL! “¡Ahora le dicen pilates!”, remata y nos morimos de risa.

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A la hora de viajar, cuando sus tareas como mecánico de la selección argentina lo demandan, baja la persiana de la bicicletería. “No me llevo la bici porque tengo que estar con todos los sentidos puestos en la competencia y en la preparación de la bicicleta”. Su trabajo con la selección empezó en 2005, lugar que se ganó gracias a su trayectoria como ciclista y a la confianza de sus pares. Tiene que asegurarse de que todas las bicicletas estén a punto, y durante las competencias, estar pendiente de cada atleta.

Cuando recuerda la victoria dorada en Beijing, todavía le dan escalofríos. “Lo sigo disfrutando todavía. Tengo imágenes de cada cosita. Faltaban las últimas vueltas y cuando terminó fue algo muy hermoso. Nosotros sabíamos que estábamos para ganar. Y yo dije “Si ganamos la medalla cruzo la pista de rodillas envuelto en la bandera argentina. Y lo hice. Llorando crucé la pista de punta a punta.”

Gracias a su trabajo, Vellu es también un hombre muy viajado. En noviembre parte a Guadalajara para la fecha de la copa del mundo. En diciembre volará a Londres y el flamante 2015 lo encontrará en Cali. Luego volverá a su Paris mon amour para el campeonato mundial de pista. Se va tranquilo, sabe que sus clientes lo esperan. “Tengo la gran suerte de que cuando me voy de viaje, me dejan la bici y la pasan a buscar cuando vuelvo.”

Antes de irnos le pedimos a Vellu una demostración. Salimos a la vereda y allí se lució con unas maravillosas piruetas, pedaleando de espaldas y luego con un pie sobre el manubrio. ¡¡APLAUSOS!!! Desde el 110 más de uno festejó la proeza. Su polenta es ilimitada, la misma antes que ahora a sus sesenta y pocos años, y va por mucho más. “Llevo 50 años compitiendo y ahora me di cuenta de que son un montón. ¡Y sigo para más! Con las mismas ganas de antes ¡y quiero ganar! Siempre voy por todo”.

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