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  • Por Miguel Ángel Brunetto

CRÓNICAS DEL BARRIO: EL GRECO

Tal vez fuera una esquina con cierta predisposición a la poesía desde que Borges dijera “Un balazo lo tumbó en Thames y Triunvirato” (hoy Corrientes) y por qué no, ¿la amistad acaso no es una poesía constante? En esa esquina funcionaba el bar y café El Greco no por una referencia al pintor y sí por el apodo de uno de sus originales dueños. Bar ruinoso de paredes descascaradas y permanente olor a humedad, ocupaba la esquina exacta, con entrada principal por su ochava y otra menor sobre avenida Corrientes con un buen café de acuerdo a quien estuviera asistiendo los controles de la máquina cafetera, por lo que toda la concurrencia exigía la confección por el experto y alcohólico conocido como Delgado y tal vez ese fuera su apellido, vaya uno a saber. Se podría definir el lugar por infinidad de aspectos pero prefiero destacar a la amistad como denominador común, cada mesa o grupo de mesas dentro de lo que la geometría permitiera, era una comunidad armónica y caótica a la vez encadenada por lazos de amistad, lo que inevitablemente llevaba a la charla, polémica, griterío y euforia calificada, en particular en el horario del mediodía cuando se reunía la mayor concurrencia toda propicia para un casting felliniano, era muy difícil de no encontrar un personaje digno de novelar y cada uno con un cierto pasado o presente pintoresco desde vendedores de berreta, abogados, conocidos martilleros algún vendedor de ilusiones y muebles usados y por supuesto algún fronterizo psiquiátrico, no en vano Villa Crespo tenía fama de haber sido el barrio que más nutrió los pabellones del instituto Borda. Nuestra mesa en particular solía ser la más numerosa y por lógica la más bulliciosa, pero no puedo dejar de recordar uno de los actores fundamentales de este sainete, el lustrabotas Simón, hombre politizado y aficionado a la poesía, pésimo escritor pero no menos entusiasta que insistía en compartir sus versos con nosotros a los que no nos quedaba otro remedio que escucharlos y sufrirlos. Cierto día tuve que sentarme en una mesa apartada por falta de espacio y por haber llegado tarde a la cita y desde ahí pude observar la escena como un espectador en una platea aventajada. Me llamó la atención un muchacho rubio sentado en una mesa junto a la ventana de Corrientes, no dejaba de contemplarnos y sonreir muy divertido se notaba que lo pasaba muy bien con la función. Tiempo después lo vi en algún sitio público actuando en un escenario, lo nombraron, un tal León Gieco.

miguebru@hotmail.com

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