Sebastián Rey nació en 1985. Trabaja como músicoterapeuta, docente y músico. También toca en la banda Los Besos. Le gusta el ruido, inventar instrumentos y dar clases con niñes, entre muchas otras cosas. Además, coordina junto a Leonello Zambón un laboratorio de investigación sonora llamado Sonido Cínico (y tienen un dúo con el mismo nombre).
Desde 2018 participan del festival Internacional de ARTE SONORO TSONAMI, una organización de Valparaíso, Chile, dedicada al fomento, desarrollo y promoción de las prácticas sonoras contemporáneas. Cada año, artistas sonoros de todo el mundo se reúnen para la realización de residencias y procesos artísticos que involucran al territorio y la ciudad como espacio de investigación y experiencias. El año pasado, la consigna del festival fue “Prácticas Sonoras en contextos de crisis”, y Sebastián propuso un laboratorio donde niñas y niños eran invitades a imaginar, diseñar y construir nuevos dispositivos lúdico-sonoros para las áreas comunes del Parque Cultural de Valparaíso.
Ciudad de chicos y chicas se conformó entonces como un espacio de escucha grupal donde lxs participantes se preguntaron por el mundo que les gustaría habitar: ¿cuál es el parque de sus sueños? ¿Qué juegos tendría? ¿Cómo lo construirían para que todos y todas pudiéramos divertirnos? Estas preguntas tan simples, -punto de partida para abordar el proyecto particular de la creación de nuevos juegos para la plaza-, pusieron como motor principal a sus mayores protagonistas: las niñas y niños.
¿Cómo surgió la idea de este laboratorio? “La primera vez que fui al parque tenía unos juegos que habían sido prestados, y la segunda vez que fui no estaban más. Y siempre habíamos fantaseado con armar unos juegos ahí... La idea era indagar cómo serían estos juegos soñados por niñxs y que terminara con la construcción efectiva y el emplazamiento de estos juegos. En ese momento, una amiga me comenta sobre el libro “La Ciudad de los niños” de Roberto Tonucci, un pedagogo italiano que puso en boga las Comisiones de niños y niñas para proponer ideas a les diputades. Me sorprendió porque era lo que estábamos pensando, y entonces encaramos el proyecto junto a Sandra Marín.
Los encuentros se organizaron en base a tres ejes: la investigación, el juego y la creación. Hicieron rondas donde todxs podían expresar sus opiniones, deseos e intercambiar ideas, incluso lxs más tímidos, y jugaron mucho. Experimentaron con los sonidos y las diversas posibilidades expresivas de dispositivos vinculados al funcionamiento de las bicicletas, y se usaron herramientas, materiales desechados y piezas relacionadas a las bicicletas para construir un primer prototipo de juego. “El laboratorio propone la creación de espacios grupales de escucha, donde ocurran procesos que nos permitan intercambiar ideas y pareceres con otrxs, enriqueciendo nuestras experiencias y permitiéndonos llegar a resultados que jamás hubiéramos alcanzado individualmente. Estos procesos nos potencian y permiten una sinapsis colectiva en la cual tejemos una red de ideas que excede los límites de nuestra imaginación. Así, creemos que no hay mejor comienzo que el de la escucha”, cuenta Sebastián.
El equipo tuvo muy en cuenta el contexto social en el cual se desarrollaba el laboratorio. “Cuando llegué a Chile en diciembre estaba todo prendido fuego por el estallido social, entonces fue interesante armar el foro, tenía aún más sentido en ese contexto poder pensar en empezar a transformar algo del entramado social, pensar lo público de otra manera… la lógica capitalista en Chile es más agresiva, bastante más individualista, así que hubo que hacer algunos ajustes para darle lugar al contexto y continuar con el laboratorio. Decidimos mediante un diario sonoro dar lugar, en un formato físico, a sus opiniones, miedos y fortalezas, posibilitando elaborar mediante el juego estos nuevos acontecimientos que se imponen en nuestro cotidiano de modo tan rudo”, dice Sebastián.
Entre los resultados que más le sorprendieron, comenta que muchos de los juegos imaginados por lxs chicxs tenían que ver con el agua, en forma de toboganes, lagunas y fuentes. “La playa en Valparaíso está privatizada y la gente, aunque es una ciudad costera, no puede bañarse ahí. Por otro lado, me entero por el trabajo de otros artistas del Tsonami que en Valpo no llueve. Entonces que les niñes pidan agua para jugar me pareció muy significativo y por eso decidimos encarar varios de los proyectos sumando este elemento.
Entre los juegos que realizaron, incluyeron actividades para bebés, que no suelen ser muy tenidos en cuenta en los parques tradicionales. También juegos que les permitían tener mucha autonomía y quedarse jugando horas, como un castillo de almohadas. Se destacó “La sillita musical”, una reversión del famoso “juego de la silla”, donde esta vez, al detenerse la música, en vez de que todxs luchen por sentarse en la/s silla/s que queda/n, deben sentarse todxs. Naturalmente uno quedará encimadx, arriba de otrx y deberán ayudarse de modo tal que puedan mantenerse con los pies en el aire durante 5 segundos. “De este modo, en lugar de fomentar y premiar la competencia y separar a quienes fueron más lentos, alentamos la solidaridad, el cuidado mutuo y la autonomía”.
El laboratorio puso en evidencia que la mayoría de las plazas están pensadas para actividades repetitivas, triviales, “como si lxs niñxs se asemejaran más a un hamster que a un explorador”, resalta el fanzine a modo de evaluación. Imposible no pensar en las plazas de Buenos Aires y las reformas de los últimos años, no?
Para Sebastián, quienes diseñan la ciudad en general no son sus principales usuaries o se guían por otro tipo de ideas que no tienen que ver con el uso público y comunitario de la ciudad sino más bien con sus negociados. “Hay una movida bastante trucha, de escuchar al vecino, a la vecina, y es para la foto. Hoy todos los espacios están más cerrados y estandarizados”. Cuando le preguntamos qué aspectos considera fundamentales a la hora de pensar un barrio más habitable, menciona aquellos que tienen que ver con la participación y lo comunitario. “El que haya una participación real de les ciudadanes podría hacer que ande todo un poco mejor. Que pueda ser más habitable es poder pensar con les usuaries como queremos que sea un barrio. Sería increible que incluyéramos a les niñes en la toma de decisiones con respecto al diseño urbano y el espacio público y empecemos a laburar con elles ahora. Y si una ciudad está pensada para incluir a les niñes, eso significa que incluye a les adultes y a les ancianes, es más diversa y cuidada. En esa línea, el libro de Tonucci se pregunta por qué las veredas se interrumpen para dejar paso a los autos, y no al revés, y es porque las calles están pensadas para los autos y no para las personas”.
Toda la experiencia del laboratorio quedó recopilada en un hermoso fanzine titulado ‘’Apuntes para un parque’’ (editado por @estudiorepisa), e incluye las propuestas de transformación del espacio público realizadas por lxs niñxs, además de algunas ideas en torno a la escucha, el juego y el arte sonoro. “Yo espero que estas páginas puedan serle útiles también a quienes creen en la necesidad de que la imaginación y la escucha ocupen un lugar en la educación, a quienes confiamos en la creatividad infantil y a quienes confiamos en el valor de liberación que tiene la escucha. Parafraseando a Gianni Rodari: El uso total de la escucha para todos. No para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo. Estoy seguro de que esto recién comienza”, concluye Sebastián.
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