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Por María Sol Aliano*

UNA HUERTA PARA CADA BALCÓN


Alguna vez leí que Buenos Aires es conocida por aprovechar cada rincón de sus balcones para plantar todo tipo de cosas. Y si bien no sé si se trata de algo cierto o un ejemplo más de los argentinos queriéndonos destacar, como imagen es hermosa. El verde queriéndole ganar a la furia de la ciudad.

En esta edición queremos hablarte de las huertas hogareñas, porque no conocemos persona que no se haya enamorado de la actividad luego de practicarla. Porque es hermoso que te falte albahaca para la tarta de caprese y vayas a buscarla a tu balcón. Porque aunque a pequeña escala, es una forma de comer alimentos orgánicos, proteger el ambiente, ahorrar unos pesos y contribuir a la soberanía alimentaria.

Hablando con vecinos del barrio descubrimos que son muchos los que plantan en balcones, terrazas y, los más afortunados que tienen parque, directamente en la tierra. Es el caso de Gloria, que desde hace tres años tiene su huerta. Empezó con macetas sólo con aromáticas y ahora, aun un jardín de poca profundidad, ya se le anima a la papa y a la zanahoria, por ejemplo.

Marzo y abril son buenos meses para comenzar la huerta de la temporada otoño/invierno. En esta época, además de las especies anuales, se puede plantar rabanito, espinaca, repollo, remolacha, lechuga y arvejas, entre otras cosas.

Empezar no requiere mucho trabajo ni grandes inversiones. Hay que encontrar un lugar que idealmente tenga buen nivel de sol y bajo de viento. Si lo último es difícil de conseguir, se puede improvisar alguna barrera que lo frene sin impedir el paso de la radiación solar. A la hora de armar los recipientes, sólo es cuestión de darle rienda suelta a la creatividad. Desde macetas hasta bañeras o pavas en desuso para aromáticas pueden encontrarse en huertas hogareñas. Pero los elementos preferidos, por ser fáciles de encontrar y económicos, suelen ser los cajones de manzanas que el verdulero amigo ya no necesita.

Una vez que tenés el recipiente, el siguiente paso es el contenido. Podés poner una pequeña base de piedras y luego una mezcla de tierra y compost, material responsable de aportar los nutrientes. Ambas cosas se consiguen en cualquier vivero, aunque el compost también podés hacerlo en tu casa a partir de tus restos de alimentos. En el próximo número te contaremos cómo.

Recipientes con su contenido: listos. Ahora falta saber qué plantaremos. De nuevo, una opción es buscar semillas en los viveros, pero también podés usar las que vienen en las frutas y verduras que comés. Para esto, es importante sacarlas con cuidado y dejarlas secar un día sobre una superficie lisa. Si tenés pocas variedades o simplemente querés otras, acercate a algún intercambio de semillas (Facebook o Google te dirán dónde está el más cercano) y hacé trueque con algún otro huertero. Por último, el INTA, a través de su programa de promoción de huertas urbanas llamado PROHUERTA, entrega semillas que, además de ser de excelente calidad y agroecológicas, son gratuitas. Si te interesa, no dudes en ponerte en contacto con ellos a través de su página web (prohuerta.inta.gov.ar/) o en facebook/prohuertaoficial.

Mantener una huerta no es nada difícil, sólo se necesita un poco de dedicación (dedicación que probablemente luego se convierta en tu momento preferido del día). Si necesitás más preparación para largarte, en internet vas a encontrar cómo armar y organizar las macetas. También podes sumergirte en los videos tutoriales de youTube que todo lo explican. Y, si nada de esto es suficiente, podés buscar un cursito. Hay de todos los colores y variedades. En el Jardín Botánico, por ejemplo, se dictan algunos que quienes han podido hacerlos los recomiendan profundamente.

¡Arrimate al hermoso mundo de las huertas urbanas!

*Ingeniera Ambiental

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