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  • Por Ma. Fernanda Pinta y Pablo Bronstein

LA RUTA DEL TEATRO

Frecuentemente se dice que Buenos Aires es una ciudad teatral. Por su tradición dramática y escénica, por la excelencia de sus artistas, por el entusiasmo de su público, por la diversidad y originalidad de las propuestas, por la cantidad de salas y su nutrida programación anual, el teatro, como la ciudad, está en permanente estado de ebullición. Lo que sorprende e interesa a propios y ajenos es, más allá del circuito de la calle Corrientes y el Teatro Colón, de los teatros comerciales y los oficiales, aquellos otros teatros que se diseminan por los barrios, salas que tienen entre 30 y 80 localidades y que por lo general pertenecen a actores, directores y coreógrafos que abren sus propios espacios (y lógicas) de creación e investigación. Se trata de una red de salas con identidad propia y fisonomía poco convencional. La mayoría son antiguas casas, talleres, galpones, depósitos y comercios que, devenidos espacios teatrales, se abren a los habitués del teatro y a los vecinos con propuestas que incluyen una profusa cartelera de espectáculos como también una variada programación cultural: talleres, seminarios, festivales. Villa Crespo tiene su propio circuito en contacto fluido con las otras salas del llamado off del off. Café Müller, Vera Vera Teatro, Teatro del Perro, Club de Teatro Defensores de Bravard, Sala Escalada, El Crisol y el CC Matienzo, por ejemplo, forman parte de ESCENA - Espacios Escénicos Autónomos, agrupación que allá por el 2010 comenzó a trabajar para que el Ejecutivo y la Legislatura porteña modificaran el marco regulatorio y contemplaran las necesidades y realidades de estos espacios. No solo lograron que ello sucediera, sino que también han puesto en marcha uno de los festivales alternativos más interesantes de los últimos años: el Festival Escena, que suele hacerse en paralelo al Festival Internacional de Bs. As. como un modo de capitalizar la movida de público de esas semanas, pero también ofrecer mayor diversidad de propuestas. El CC Matienzo, a su vez, acoge a otro festival que crece con fuerza propia en los últimos años: El Porvenir, para artistas menores de 30 años. A metros del Museo de Ciencias Naturales se encuentra el Club de Teatro Defensores de Bravard, un espacio dirigido por Matías Feldman y Santiago Gobernori. Lugar favorito de la movida cultural porteña, es famoso por El potrero, una muestra que cada tanto reúne escenas que salen de diferentes espacios y escuelas de teatro, y los Sketches Solemnes, un ciclo de escenas cortas inspiradas en lo solemne y lo serio, que aborda temas siempre inagotables como la sexualidad, las drogas, el engaño, el amor no correspondido, el fracaso, la locura y muchos más, siempre al mejor estilo de las novelas argentinas. Con propuestas de clown (Espacio Aguirre), de circo (Club de Trapecistas), de danza (Café Müller), de teatro para chicos (El Marechal), pasando por las variadas formas del teatro contemporáneo, VC tiene escena propia y la ventaja de encontrarse solo a pasitos de algunas de las salas más interesantes de los barrios linderos (Elefante Club de Teatro, Elkafka y Beckett, entre otros). De El Excéntrico de la 18, espacio pionero fundado en 1986 por la destacada actriz Cristina Banegas, hasta la sala del CC Benito Nazar, Villa Crespo ofrece algunos de los mejores espectáculos de la cartelera de la ciudad. Dos, vistos el año pasado, aún están dando vueltas en nuestra memoria. El primero, Villa Argüello, obra de teatro danza de Celia Argüello Rena que se proponía como un espacio de evocación cordobés e incluía fernet, música de la Mona Giménez y el airecito de la plaza Benito Nazar que entraba por las ventanas del primer piso del club. El segundo, ¡Llegó la música!, en la Sala Escalada, con dirección de Alberto Ajaka, era la historia de una orquesta de teatro municipal que ensayaba sin sonido para unos programadores que nunca llegaban, con asado y psicodelia incluidos. Entre la evocación y la acción, el teatro está siempre en estado de ebullición. Las salas off del off, estratégicamente ubicadas en los barrios porteños, expanden el movimiento.

TEATROS Y ALGO MÁS Habitan el barrio otros espacios que no funcionan exclusivamente como teatros pero donde se actúa, se canta, se baila; según el día, la propuesta. Siguiendo el espíritu del Club Cultural Matienzo –que prefirió bautizarse “club” para diferenciarse como lugar de encuentro donde el ocio se abraza con propuestas culturales diversas–, en estos lugares las artes escénicas por supuesto también tienen su espacio. En el barrio hay varios. La Gran Jaime es uno de los recién llegados, y los jueves de mayo presenta un ciclo con música, poesía, monólogos, teatro y tarot. El espacio LTK es un club de comedia con artistas del circuito off. Hay stand up, varieté, clown, magia, impro, música y teatro cómico en un espacio ameno y excitante. Los shows de humor van de lunes a domingo, e incluyen el exitoso Risódromo de cada jueves. Para finalizar esta ruta, no podemos dejar de mencionar a Matemurga, grupo de teatro comunitario formado por más de 70 vecinos-actores que nació allá por el 2002. En mayo vuelve su espectáculo Zumba la Risa, con una función en VC el próximo 9 de mayo a las 16hs en la escuela Mundo Nuevo.

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A PASITOS

La proliferación de espacios teatrales confirma nuevamente a nuestra ciudad como una metrópolis cultural en constante movimiento y cambio. El barrio vecino de Almagro, en diálogo constante con VC, también estalla de propuestas. En Elkafka, continúa Documentos de identidad, de la bailarina y coreógrafa Ana Deutsch y Casandra iluminada, interpretada por Noemí Frenkel. El Espacio Callejón reestrenó Personitas, la última y conmovedora creación de Javier Daulte. En el Camarín de las Musas se presenta Amarás la noche, de Santiago Loza, y la obra de Julio Chávez, La de Vicente López. En El Extranjero Teatro continúa Spam, de Rafael Spregelburd, viernes y sábados a las 21hs, y Mau Mau o la tercera parte de la noche, también de Santiago Loza, los lunes 20.30hs. Un poquito más allá pero a solo unas pocas paradas de subte, en Abasto, está El Beckett Teatro, espacio que fue creciendo al ritmo de las exigencias de sus espectadores ávidos de buenos espectáculos y ofrece una programación variada de reconocidos directores del circuito off. Los viernes a las 21hs, la actriz, directora y dramaturga Andrea Garrote pone en escena genialmente El combate de los pozos, una pieza que se compromete con mostrar un interesante contrapunto entre la acción sin reflexión y la reflexión sin acción. La obra plantea, como un pliegue espacio-temporal, dos situaciones diversas donde los personajes, interpretados por los mismos actores, se multiplican: por un lado, dos diputadas (amantes del mismo hombre) se encuentran encerradas con sus asesores en el Congreso de la Nación, por manifestantes que hacen una huelga de silencio alrededor del edificio. Por otro lado, un grupo de intelectuales se plantea el destino de una revista de filosofía política que acaban de lanzar fallidamente. Dos mundos que se cruzan sorpresivamente, con actuaciones destacables y un texto exquisito y sin desperdicios. En el mismo teatro a las 23hs. se presenta El dragón de oro, de Roland Schimmelpfennig, texto premiado como la mejor obra del teatro alemán del año 2010, en el festival de Mülheimer Theatertage, con dirección de Uriel Guastavino. La diminuta cocina del restaurant El dragón de oro es el lugar donde cinco asiáticos ilegales preparan platos que entran en contacto con situaciones insólitas de la conflictiva humana. Cinco actores y veinte personajes que deslumbran. Los sábados a las 21hs. el actor, director y dramaturgo sanjuanino Ignacio Sánchez Mestre nos acerca Lunes abierto, una obra divertida con situaciones graciosas que hablan del amor, de historias pasadas, de proyectos y sueños, interpretadas por virtuosos actores que encarnan a una peluquera, su asistente y un joven cliente.

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